Leo en unas declaraciones pasadas de Peter Hutton a Cahiers du Cinéma que le gusta detenerse en el puro registro de lo cotidiano, en aquellas pequeñas cosas que habitualmente no suelen tener cabida en la mayoría de las películas. Le gusta pensar en éstas como si fueran un diario o un cuaderno de notas hecho a partir de fragmentos, de apuntes tomados de la vida.
Podríamos decir que las películas de Hutton son una especie de texto subterráneo o cuaderno de impresiones donde el director anota de forma silente ese primer encuentro con las cosas: una mujer asomada a la ventana, el leve movimiento de las nubes, la gradación de las sombras al atardecer. Dice que a menudo los cuadernos de notas con sus apuntes y esbozos le resultan más fascinantes que las obras que finalmente originan.
En sus películas podemos apreciar una mirada embebida en la precariedad de esa escritura rápida, deslavazada, casi impresionista que tienen los apuntes en los cuadernos de notas. Esa mirada al suceso fugaz, pequeño, que un instante después ya no existe.
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Cuaderno portátil 